miércoles, 9 de junio de 2010

Conclusiones: el inglés

Como ya le queda poquito a esta experiencia, y no sé si tendrá mucho sentido seguir escribiendo sobre ella una vez que ya esté en Murcia para contársela a mi gente en primera persona, es hora de ir concluyendo asuntos. Es imposible anticipar cómo iré de tiempo para escribir más entradas durante estos días, pero sospecho que no muy bien. Ante esta coyuntura, pensé que lo más divertido sería recopilar algunas situaciones curiosas que dejen patente que esto de aprender un idioma es algo arriesgado en ocasiones...

Desde que llegué aquí, y dado que no tengo una especial facilidad para los idiomas, he desarrollado una habilidad hasta ahora inexplorada: leer en la cara de los demás cuándo acabo de decir algo sumamente inapropiado. Mi fluidez oral era en un principio casi nula, lo que convertía cada conversación en un evento sumamente estresante y aumentaba exponencialmente las posibilidades de meter la pata. Ahora ya han desaparecido esos complejos, e incluso hay momentos (no tantos como yo quisiera) en los que llego a disfrutar de los diálogos tanto como en mi propia lengua. Con lo verde que estaba hace cuatro meses, bien me doy por satisfecho con lo que he conseguido..., por ahora.

EJEMPLO: la primera vez que Wolf subió a visitarme al despacho y le invité a que tomara asiento.
Lo que yo dije: la idea era take a seat, please, pero al hacer más sonora la ese, lo que se oyó fue take a shit, please.
Traducción: vete a cagar, por favor.
Expresión correcta: para evitar este tipo de situaciones embarazosas, ellos suelen utilizar have a seat, please.

A fuerza de practicar y de ir curándome de espanto, he ido dejando atrás esos problemas. Ha habido algunos efectos secundarios curiosos, como cuando me fui a Sicilia con los muchachos y, quizá por no hablar una sola palabra de mi lengua materna durante el día, Anthony tuvo la sorprendente experiencia de despertarse en mitad de la noche porque el tío que dormía en su habitación estaba murmurando en español mientras soñaba. Ahora mismo, los jaleos suelen venir sólo cuando no entiendo lo que me quieren decir. Por ejemplo, esta noche me han presentado a una chica que me ha dicho "I'm from Norway", pero al principio yo no he entendido que fuera noruega, sino que me estaba vacilando ("I'm from no way", no soy de ninguna parte).
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Los otros no nativos también han tenido sus momentos de gloria por estas tierras. Está mi compañera de piso Julie, a la que quiero casi como a una hermana, pero que en su primera conversación conmigo me dejó convencido de que no tenía ninguna posibilidad con ella al hablarme de su girlfriend. Fijaos hasta qué punto llega a veces el estrés conversacional.

EJEMPLO: Elena, en su segunda semana, nos intentaba explicar que su hermana melliza y ella se quieren muchísimo, pero que no se parecen físicamente en absoluto.
Lo que Elena dijo: Mi sister doesn't like me.
Traducción: A mi hermana no le gusto.
Expresión correcta: My sister doesn't look like me.

También está Santhosh, el chico hindú que vivía con Anthony, y al que veré esta semana para desempatar nuestra ya célebre contienda de ajedrez (no sé para qué, porque es bastante mejor que yo, a pesar del 1-1 actual). A él le da más vergüenza cometer errores y, cuando hemos ido un par de veces a cenar curry a su casa, utilizaba frases cortas y con un vocabulario muy restringido. Pero no dejaba de resultar gracioso, porque el chaval suena exactamente igual - doy fe - que Apu cuando saluda a Homer Simpson en el Badulake.
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Finalmente, también ha sido una experiencia contemplar los progresos lingüísticos de mis visitantes. Todos, incluso mi madre con su lenguaje corporal superlativo, han dado lo mejor de sí mismos para comunicarse con los de aquí. Pero le dedicaré este último ejemplo a Paco, mi último invitado, del cual no he hablado nada. Tiene 32 años, pero fue muy fácil integrarlo en la rutina del finde y, lejos de ponerme en un compromiso al confirmarme su llegada 24 horas antes, se convirtió en un plus durante los dos días que estuvo con nosotros. Un detalle sobre la clase de persona que es Paco viene dado por nuestra visita a la biblioteca el domingo por la mañana para tocar un rato el piano. Allí había un alemán tocando canciones hermosas y melancólicas con los ojos entornados; diez minutos después, Paco lo había amaestrado para hacer sonar una canción de los Hombres G y otra "popular española" a la que Paco le incorporó la letra correspondiente de "la cabra, la cabra, la p*** de la cabra...". El alemán, que no hablaba nada de español, comenzó a sudar y a tragar saliva antes de que Paco y yo termináramos la performance.

EJEMPLO: Ahmet y yo estamos tirados en el césped después de comer y Paco viene a saludarnos con un típico "¿cómo estáis, tíos?"
Lo que Paco dijo: How are you, gays?
Traducción: ¿cómo estáis, maricones?
Expresión correcta: How are you, guys?

Como diría Enjuto, no saquéis conclusiones precipitadas...

4 comentarios:

  1. jajaja graciosísima esta entrada, lo que me he podido reir jajaja parece el guión para un buen monólogo;)
    Buena manera de escribir la última entrada de tu experiencia José!

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  2. Hey! El lunes vienen a echarme de casa unas cuantas horas antes de que salga el avión, así que creo que aún tendré tiempo de escribir una más. ¡Hasta pronto!

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  3. jajaja, ya ves, parece un monólogo... Cuando os juntéis abraham y tú se va a liar gorda!

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  4. Sí, seguramente, porque pienso llamarlo para ver juntos alguno de los partidos de España, jeje... Por cierto, Holanda se estrena dentro de dos horas y hay un ambientazo tremendo aquí. Me han contagiado y me he puesto la camiseta naranja :D

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