domingo, 12 de septiembre de 2010

El principio del fin

Los guionistas de cine más inteligentes - o al menos los más astutos - son los que siempre dejan algún cabo suelto en la trama, de manera que puedan surgir tantas secuelas de la película como el público demande. Creo que mi astucia no da para tanto; de hecho, cuando elegí el título de este blog, ya lo había condenado a una existencia efímera. En cuanto al volumen de lectores, sigo teniendo la sensación de que alguien leerá esto antes o después, y no necesito muchos más incentivos para seguir contando mis batallitas de este año por esta vía. Pero lo cierto es que mañana hará 7 meses que llegué a Holanda, y pronto se cumplirán 3 desde el triste día en que los chicos me acompañaron a la puerta de casa, los vecinos me despidieron con un gesto adusto y una mal disimulada sonrisa de alivio..., y Frans van der Horst me recogió en su furgoneta hippie para convertirse en mi último contacto humano de esta experiencia.

Lo mejor de todo es que, desde ese día, he seguido teniendo contacto con mucha gente de allí, sobre todo a raíz de lo que pasó el 11 de julio: Frans y Raymond me felicitaron gentilmente durante los días posteriores, aunque yo ya estaba bastante ocupado buscando vuelos baratos (o más bien, razonablemente caros) para cruzar el charco. Es hora de ir cerrando este blog, y me gustaría hacerlo contando cada una de las cuatro etapas de mi estancia en Canadá. Hubo anécdotas, fotos chulas y, por lo demás, ya conocéis a los protagonistas...

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