domingo, 16 de mayo de 2010

Mirando atrás antes de seguir adelante

Creo que esto está dejando de ser un diario para convertirse en unas memorias. Pero el caso es que últimamente es complicado sacar tiempo para todo, y eso incluye dedicar un ratito a este blog. Estos días he pasado menos horas en la uni, pero a cambio he estado trabajando también en casa. También es cierto que queda poco para volver (4 semanas), así que me estoy poniendo las pilas para que cuando vuelva esto parezca una estancia de doctorado y no unas vacaciones pagadas. Eso implica decir que no de vez en cuando a algunos planes. La gente me mira raro, los tenía mal acostumbrados...

Esta semana ha sido un tanto gris por varios motivos. En primer lugar, el tiempo: sólo dos días de sol en tooooda la semana. Una pena, porque hemos tenido puente el jueves y el viernes y, con más calorcito y menos trabajo atrasado, habría sido una buena oportunidad para hacer planes interesantes. Pero para eso hace falta gente, y la mayoría han emigrado estos días: Julie se ha ido a Bélgica como cada fin de semana, Elena se ha ido a Suiza con sus compañeros de trabajo y el resto de las chicas se han ido a Sicilia animadas por las fotos y anécdotas que trajimos nosotros y, sobre todo, por los precios ridículamente baratos de los vuelos. En cuanto a los chicos, Ahmet está en Alemania. Hasta aquí los viajes medianamente lógicos, ahora viene lo original: Simon y Brandon se encuentran inmersos en una competición de auto-stop que tiene Ginebra (Suiza) como meta. Cada uno iba emparejado con una chica y, por lo que sé, Simon ha llegado ya y no ha tenido mayores incidentes. De Brandon no sabemos nada, le cogí prestada la guitarra en su ausencia, pero espero fervientemente que venga a recogerla..., pronto. Así que nos hemos quedado Anthony, Brad y yo por aquí. A los tres nos viene bien ahorrar dinero y, además, ya nos tocó viaje el finde anterior. El primo de Anthony, Peter, vino unos días y se fueron los tres a Brujas. Yo me habría apuntado, pero estaba aquí mi familia y ya tenía la agenda repleta...

-----

Era la primera vez que Esther salía de viaje fuera de España. 15 años es una edad buena para empezar, eres lo bastante joven para que aún te lo paguen todo tus padres, pero lo bastante adulta para que no te tengan que contar dónde estuviste unos años más tarde. Así que el viernes por la noche aterrizó con sus padres en Maastricht después de montar por primera vez en avión, y allí los esperaban Jose y el coche que habían alquilado para los tres días siguientes. Hablando por Skype el día anterior, Esther le había dicho a Jose que tenía ganas de ver varios países y de practicar inglés con sus amigos...

Lo de los países distintos se cumplió a rajatabla. Con un coche alquilado y el tiempo suficiente, pasar de una frontera a otra en esta parte de Europa no tiene mayor misterio. El sábado a Esther no paraban de llegarle mensajes al móvil avisando continuamente de cambios de compañía. El destino de ese día era Aachen (Alemania), donde los esperaba Wolf para enseñarles amablemente la ciudad. Y pacientemente, porque cada frase que decía en inglés tenía que ser traducida al español por Jose con más voluntad que precisión (pero con la tranquilidad absoluta de que nadie tenía el nivel suficiente en ambos idiomas para advertir las tergiversaciones). La mamá de Jose y Esther hacía lo que podía hablándole a Wolf despacito y gesticulando mucho, mientras este último miraba a Jose de reojo suplicando una traducción que sólo llegaba de vez en cuando. Esther no se atrevió a hablar demasiado, pero era capaz de entender la mayoría de los diálogos en la lengua de Shakespeare. Por la tarde fueron al Drilandenpunt (punto de las tres tierras, quizá), donde se juntan las fronteras de Alemania (por Aachen), Holanda (por Vaals, cerca de Maastricht) y Bélgica (a las afueras de Lieja). Ése sería el orden del viaje.

En cuanto a lo de practicar idiomas, el domingo fue el día fuerte. El plan era pasear por Maastricht, y Simon y Brandon se ofrecieron como guías improvisados para llevarlos a la noria donde aún se molía el grano, las numerosas estatuas con diferentes historias asociadas (algunas más que dudosas) y el resto de edificios emblemáticos (ayuntamiento, basílica de San Gervasio, alguna otra iglesia y la muralla, principalmente). Mientras los padres de Jose disfrutaban de la conversación con Simon, que estaba exprimiendo al máximo el fruto de sus cuatro meses en México, Esther se iba acostumbrando al acento de Brandon, quien tuvo incluso tiempo de enseñarle alguna palabra en japonés. Esther aún tuvo tiempo de ir a la feria, montar en bicicleta en Holanda y probar el chocolate antes de pasar la velada en el concurrido piso de su hermano. Y al día siguiente a Liège, donde a falta de practicar el francés (lengua odiosa para ella), siguió haciendo fotos, probando el chocolate y, para bajarlo, subiendo las 433 escaleras que conducen a Les Terrasses, desde donde se contempla una bonita vista panorámica de la ciudad.

5 comentarios:

  1. Demasiado tiempo sin cosas nuevas en el blog!! En cierto sentido, es buena señal :)

    ResponderEliminar
  2. Ainnnss quéé bonita la entrada que nos has dedicado a nosotros, me ha encantado, que lo sepas :)
    Tu hermanita, Esther

    ResponderEliminar
  3. Sí, yo también creo que es buena señal, jeje. Me alegra que te haya gustado la entrada, Esther. Pensarás que faltan cosas, pero creo que es bastante para hacerse una idea sin dejar en mal lugar a nadie, ¿verdad? ;)

    ResponderEliminar
  4. Jejeje, como se agradecen las visitas cuando estás por ahí. Me alegro que las cosas vayan bien y que las obligaciones laborales pasen a un discreto último lugar. oye, cuando vuelves?

    ResponderEliminar
  5. Jajaja, hay tiempo para todo, pero como dice un grupo de Facebook (al que por supuesto me uní), "no es que esté siempre de fiesta, es que no me hago fotos mientras estudio". En 4 semanitas estoy allí, si Dios quiere. Ánimo con todo y hasta entonces...

    ResponderEliminar