LUNES:
- Comida: después de la visita de mis amigos, estaba demasiado cansado como para prepararme nada ingenioso. Menos mal que a Elena le sobró arroz y me ha dejado un tupper en mi leja del frigorífico. Incluso le ha puesto maíz antes de irse esta mañana a una hora intempestiva al trabajo, qué atenta. Hace dos semanas que no como con las estudiantes de 6º de Medicina General, así que hoy toca. Son una buena compañía, sin duda, y además es casi el único contacto que tengo con gente joven holandesa por aquí.
- Cena: Amanda, la novia de Brad, está pasando aquí unos días. Es de familia surcoreana, así que nos ha cocinado arroz con algo muy rico por encima cuyos ingredientes se apañó para encontrar durante el día. [Debería haberle preguntado cómo se llamaba aquello, pero ya es tarde, se marchó hoy jueves].
MARTES
- Comida: nada menos que 7 miembros del Departament of Methodology and Statistics cumplieron años durante el mes de abril, así que hoy han organizado una comida para celebrarlo conjuntamente. La comida es en la planta baja de la facultad, no vaya a ser que a la gente luego le dé pereza volver en coche al trabajo (o en bici, más bien). Yo soy rarillo para esto de los piscolabis, y además las 12 de la mañana sigue pareciéndome una hora indecente para comer, así que me preocupo más por buscar corrillos de gente hablando en inglés que por llenar el buche. Al final ha sobrado mucha comida y, como soy de los pocos que ha ayudado a recoger y les he contado que esta noche cocino yo y tengo invitados, me vuelvo al despacho bien provisto de delicatessen de esas que en condiciones normales yo jamás tendría en casa.
- Cena: el sábado, entre cerveza y cerveza, le pregunté a Brad si quería que cocinara algo para que Amanda lo probase antes de marcharse. No se lo pensó: croquetas. Y allí estaba yo la noche antes, desmenuzando el pollo mientras la abuela de Brad me daba conversación. Porque en efecto, además de Amanda, también ha estado de visita aquí su abuela. Cuando la conocí el pasado finde, me dijo "puedes llamarme Grandma". Así que, como a mí ya no me quedan grandmas, pues voy haciendo añicos el pollo hervido mientras trato de entender a esta señora que me cuenta que es una republicana de toda la vida, que le gusta ver fútbol americano y béisbol por la tele y que, cuando salieron a comer el primer día por aquí, le pidió a su nieto que los llevara a un McDonald's. "¿Sabía que hay un cementerio americano no lejos de aquí, Grandma?" No, pero ahora sí lo sabe y está loca por visitarlo, en menudo lío acabo de meter a mi amigo Brad... Al día siguiente las croquetas son tan bien acogidas como en las dos ediciones anteriores. Es casi un alivio que Grandma West no haya venido, no sé si le habrían gustado, demasiado europeas.
MIÉRCOLES
- Comida: es casi la una de la tarde y Raymond tiene visita en el despacho. Hoy es una chica rusa a la que veo por segunda vez. El día anterior, nada más marcharse, Raymond se me acercó para comentarme que ella está mucho mejor de sus ataques psicóticos desde que ha salido de su país. Ah, pues me alegro por ella..., y por mí. También debe ayudar que la estén atiborrando a pastillas, porque siempre parece adormilada y está bastante gordita, efectos secundarios comunes cuando se consumen neurolépticos. El caso es que yo no puedo concentrarme en la lectura del magistral Handbook del 2009 que Wolf me ha cedido temporalmente y hace un día radiante ahí fuera, así que salgo a la calle un rato a disfrutar del sol y a sentarme en un banco a leer como un intelectual. Hoy sólo tengo plátanos para comer, así que de no ser por el libro quizá parecería más bien un indigente. Pero hay que hacer hueco para la noche...
- Cena: esta semana es el cumpleaños de Anthony, y como tiene jardín en la parte trasera de su casa, ha organizado una barbacoa en condiciones. Hay cerca de 20 personas, prácticamente todos los estudiantes no holandeses que he conocido hasta ahora están aquí. Aylin y Ahmet me estaban esperando, porque traigo pollo para asar y, como turcos y musulmanes que son, habían preferido no probar nada de la carne que había ido saliendo hasta el momento. Es una celebración informal y todos hablamos con todos. A Anthony no le han hecho muchos regalos, aunque he visto la felicidad en su cara cuando Johannes, uno de los alemanes, le ha entregado el suyo: un porro del tamaño de un bolígrafo. La mayoría de la gente, eso sí, aguanta hasta las 12 (¡aguanta!) para cantarle el cumpleaños feliz al anfitrión.
JUEVES: no sé si comida, merienda o cena, pero el caso es que Sophia y otras tres amigas a las que no conocía, suecas como ella, han organizado una degustación de pancakes en el gran parque que hay en el centro de Maastricht. Son dulces y están deliciosos, y además hace un tiempo estupendo y mañana es el Queen's Birthday, por lo que han organizado una fiesta desde las 4 de la tarde en este mismo recinto. Después de una pachanga de fútbol con más nacionalidades que en muchos equipos de nuestra Liga, me retiro pronto para hacer los preparativos del finde. Me voy a perder el fiestón de Amsterdam mañana, espero que Sicilia valga la pena. Pero sobre todo, espero que esta vez nos vayamos de verdad.
- Comida: después de la visita de mis amigos, estaba demasiado cansado como para prepararme nada ingenioso. Menos mal que a Elena le sobró arroz y me ha dejado un tupper en mi leja del frigorífico. Incluso le ha puesto maíz antes de irse esta mañana a una hora intempestiva al trabajo, qué atenta. Hace dos semanas que no como con las estudiantes de 6º de Medicina General, así que hoy toca. Son una buena compañía, sin duda, y además es casi el único contacto que tengo con gente joven holandesa por aquí.
- Cena: Amanda, la novia de Brad, está pasando aquí unos días. Es de familia surcoreana, así que nos ha cocinado arroz con algo muy rico por encima cuyos ingredientes se apañó para encontrar durante el día. [Debería haberle preguntado cómo se llamaba aquello, pero ya es tarde, se marchó hoy jueves].
MARTES
- Comida: nada menos que 7 miembros del Departament of Methodology and Statistics cumplieron años durante el mes de abril, así que hoy han organizado una comida para celebrarlo conjuntamente. La comida es en la planta baja de la facultad, no vaya a ser que a la gente luego le dé pereza volver en coche al trabajo (o en bici, más bien). Yo soy rarillo para esto de los piscolabis, y además las 12 de la mañana sigue pareciéndome una hora indecente para comer, así que me preocupo más por buscar corrillos de gente hablando en inglés que por llenar el buche. Al final ha sobrado mucha comida y, como soy de los pocos que ha ayudado a recoger y les he contado que esta noche cocino yo y tengo invitados, me vuelvo al despacho bien provisto de delicatessen de esas que en condiciones normales yo jamás tendría en casa.
- Cena: el sábado, entre cerveza y cerveza, le pregunté a Brad si quería que cocinara algo para que Amanda lo probase antes de marcharse. No se lo pensó: croquetas. Y allí estaba yo la noche antes, desmenuzando el pollo mientras la abuela de Brad me daba conversación. Porque en efecto, además de Amanda, también ha estado de visita aquí su abuela. Cuando la conocí el pasado finde, me dijo "puedes llamarme Grandma". Así que, como a mí ya no me quedan grandmas, pues voy haciendo añicos el pollo hervido mientras trato de entender a esta señora que me cuenta que es una republicana de toda la vida, que le gusta ver fútbol americano y béisbol por la tele y que, cuando salieron a comer el primer día por aquí, le pidió a su nieto que los llevara a un McDonald's. "¿Sabía que hay un cementerio americano no lejos de aquí, Grandma?" No, pero ahora sí lo sabe y está loca por visitarlo, en menudo lío acabo de meter a mi amigo Brad... Al día siguiente las croquetas son tan bien acogidas como en las dos ediciones anteriores. Es casi un alivio que Grandma West no haya venido, no sé si le habrían gustado, demasiado europeas.
MIÉRCOLES
- Comida: es casi la una de la tarde y Raymond tiene visita en el despacho. Hoy es una chica rusa a la que veo por segunda vez. El día anterior, nada más marcharse, Raymond se me acercó para comentarme que ella está mucho mejor de sus ataques psicóticos desde que ha salido de su país. Ah, pues me alegro por ella..., y por mí. También debe ayudar que la estén atiborrando a pastillas, porque siempre parece adormilada y está bastante gordita, efectos secundarios comunes cuando se consumen neurolépticos. El caso es que yo no puedo concentrarme en la lectura del magistral Handbook del 2009 que Wolf me ha cedido temporalmente y hace un día radiante ahí fuera, así que salgo a la calle un rato a disfrutar del sol y a sentarme en un banco a leer como un intelectual. Hoy sólo tengo plátanos para comer, así que de no ser por el libro quizá parecería más bien un indigente. Pero hay que hacer hueco para la noche...
- Cena: esta semana es el cumpleaños de Anthony, y como tiene jardín en la parte trasera de su casa, ha organizado una barbacoa en condiciones. Hay cerca de 20 personas, prácticamente todos los estudiantes no holandeses que he conocido hasta ahora están aquí. Aylin y Ahmet me estaban esperando, porque traigo pollo para asar y, como turcos y musulmanes que son, habían preferido no probar nada de la carne que había ido saliendo hasta el momento. Es una celebración informal y todos hablamos con todos. A Anthony no le han hecho muchos regalos, aunque he visto la felicidad en su cara cuando Johannes, uno de los alemanes, le ha entregado el suyo: un porro del tamaño de un bolígrafo. La mayoría de la gente, eso sí, aguanta hasta las 12 (¡aguanta!) para cantarle el cumpleaños feliz al anfitrión.
JUEVES: no sé si comida, merienda o cena, pero el caso es que Sophia y otras tres amigas a las que no conocía, suecas como ella, han organizado una degustación de pancakes en el gran parque que hay en el centro de Maastricht. Son dulces y están deliciosos, y además hace un tiempo estupendo y mañana es el Queen's Birthday, por lo que han organizado una fiesta desde las 4 de la tarde en este mismo recinto. Después de una pachanga de fútbol con más nacionalidades que en muchos equipos de nuestra Liga, me retiro pronto para hacer los preparativos del finde. Me voy a perder el fiestón de Amsterdam mañana, espero que Sicilia valga la pena. Pero sobre todo, espero que esta vez nos vayamos de verdad.