lunes, 26 de abril de 2010

Haciendo memoria

El desayuno del lunes es uno de los momentos duros de la semana, aquí y en todas partes. Haya salido mucho o poco durante el finde, siempre me cuesta tirar del cuerpo más que otros días. Y al mismo tiempo, me siento con ganas de reflexionar y de hacer algún propósito a corto plazo. Una vez que limpio la mesa y aparto un spaguetti que se había mimetizado con una de las patas, me siento a dar buena cuenta de mis cereales. Ya sólo me quedan 7 semanas aquí. En la silla junto a la mía hay colgadas unas camisas aún húmedas, y en el resto del salón quedan algunos restos más de la cena de anoche, y algunas botellas que alguien trajo el sábado a las cuatro de la mañana, pero que tuvimos el suficiente sentido común de no abrir. Llevo tiempo sin escribir en el blog, ¿qué he estado haciendo últimamente? Simplemente, he estado pasándolo bien...

..., con los de aquí. Hace una semana, frustrado nuestro viaje a Sicilia, decidimos buscar otras alternativas de ocio por los alrededores de Maastricht. Si el tiempo es bueno y tienes bici y gente maja a la que unirte, entonces no hace falta mucho más para pasarlo bien en esta ciudad. Así que uno de estos días fuimos a visitar pueblecito llamado Valkenburg, con su castillo y, por pura coincidencia, su vuelta ciclista para aficionados. En el retorno localizamos un cementerio de la Segunda Guerra Mundial donde yacían miles de soldados estadounidenses. Estaba cerrado, pero nos colamos saltando un seto, unos con más arte que otros. Según la estimación de Brandon, recorrimos 40 kilómetros a lo largo de todo el día, así que el plan nocturno fue demasiado tranqui incluso para mí.

..., con Julie. El pasado lunes, mi compi belga celebraba que había pasado el mal trago de hacer su primera presentación en inglés. Sólo estábamos Elena y yo, pero nos las arreglamos para acabar con toda la cerveza belga que había traido o comprado en el súper esa tarde. El jueves había una charla sobre cómo realizar el trabajo de Fin de Máster en la Universidad de Lieja, así que nos fuimos los dos p' allá y, ya de paso, cenamos y salimos después con sus amigos. Era la primera vez que salía por Bélgica y con belgas, y me dio la sensación de que son bastante más parecidos a los españoles que a los holandeses: prefieren el coche para ir de un sitio a otro, sus discotecas cierran igual de tarde que las nuestras y se manejan de aquella manera con los idiomas. Yo tuve que hablar más francés que en toda mi vida, pero hice el esfuerzo gustoso porque todos eran encantadores (y encantadoras) y me brindaron una de las noches más originales desde que llegué aquí. Julie y yo dormimos en casa de una de sus amigas y me dejé allí la camiseta. ¿Olvido selectivo?

..., y con mis amigos de España. Este último finde vinieron a hacer turismo Lucía, Paco y Bea. El viernes llegamos al piso a las once de la noche, pero allí nos estaban esperando casi 10 personas ansiosas por conocerlos. "¿Paco? ¿Paco de Lucía?" Brandon había traido su guitarra y, ya que yo no puedo deleitarle mucho con mi repertorio de flamenco, probó suerte con el nuevo invitado. El sábado los de aquí se fueron a visitar los campos de tulipanes y nosotros pasamos cinco horas en Amsterdam, que por la noche había una cocktail party de esas a las que la gente asiste arreglada. Mala cosa, porque yo no traje camisas para no tener que plancharlas, me llevé los zapatos de vuelta en Semana Santa y a Paco lo avisé muy tarde y andaba igual de escaso que yo. Pero Brandon tenía cuatro camisas, siete corbatas y las mejores intenciones de que fuéramos lo más apropiados posible. "Siento no poder dejarle nada a las chicas, pero son las dos muy guapas y van a ir elegantes con cualquier ropa que hayan traido". La noche fue muy divertida, nos acostamos a las 5 de la mañana y al día siguiente nos levantamos a mediodía por pura gana de pasear por Maastricht. Y el tiempo, una vez más, acompañaba. Elena, aunque lleva aquí mucho menos que yo, conoce la ciudad bastante mejor, así que ella nos fue guiando por el centro a visitar los edificios antiguos, la iglesia reconvertida en librería, la imagen de la patrona de la ciudad y, después de comer a una hora intempestiva para los holandeses, a sentarnos un ratito en el césped mientras se hacía la hora de irnos a la estación. Creo que los tres lo pasaron bien, pero quizá fue algo más emotivo para Lucía, que estuvo en otra parte de Holanda hace unos años y adora muchas cosas de este país. No es la única.

4 comentarios:

  1. Ay por dios, que envidia me das!! En fin, al menos parece que la primavera se asienta y este finde toca festival! Da gusto leer que estás agusto por ahí, un abrazo tio!

    ResponderEliminar
  2. Alex (one more time!)27 de abril de 2010, 12:19

    [...] fin, al menos parece que AQUÍ la primavera se asienta y [...]

    ResponderEliminar
  3. Hey, es verdad, el SOS, ¿no? Jo, yo todavía no he ido, pero dicen que mola mil. Tranqui, que si sigues en esto, tiempo tendrás para irte por ahí..., y yo para leerte. ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
  4. "Todos eran encantadores (y encantadoras) y me brindaron una de las noches más originales desde que llegué aquí"... Jeje, me gustaría una explicación más detallada de este momento, unido al de la pérdida de la camiseta...
    Fue un fin de semana muy bonito... Lo disfrutamos un montón y es cierto que para mí fue especial. Me alegro de que tengamos en casi-común una experiencia tan parecida. Ya comentaremos más...

    ResponderEliminar